jueves, 21 de julio de 2016

Tiempo para recordar.....

Lo escrito a continuación, lo escribí hace ya unos años.....lo recuperé y quise compartirlo aquí, así hay muchas cosas que están escritas desde hace mucho tiempo atrás, que las compartí en su momento en mi primer blog el ya desaparecido blog de MSN y que se llevó todo consigo.....

Recordar a veces es bueno

Estar ingresada con mi hija en el hospital, es una experiencia que no me deja indiferente.  No es mala porque tiene un componente humano muy positivo, pero es muy duro. Una forma de vida a la que inconscientemente  me he ido adaptando para no volverme loca en el encierro.
Paso muy a menudo de mi casa, a una habitación de un hospital de un día para otro, teniendo que ver a mi hija en una cama, con dolores y molestias y sin poder hacer nada por ella. A partir de ese momento, de cada ingreso, todo pasa a ser secundario.  Lo único que importa es ella.
Sin embargo los que me rodean, mis familiares, y  mis pocos amigos, pero amigos al fin, me mantienen apoyada a pesar de que ni siquiera les llamo por teléfono.  Tengo la sensación de estar contrayendo una gran deuda con todos ellos.  Me ha sorprendido el apoyo incondicional que después de varios meses me siguen dando, sin cansarse nunca.  No les importa que no tenga ganas de hablar, o que les utilice para llorar, o que les hable en términos médicos de difícil comprensión.  Esta circunstancia me ha servido para conocer mejor a cada uno y saber quien es realmente mi amigo.  Estoy muy satisfecha porque me siento muy querida y apreciada, algo que sólo esperaba de mi familia.
Para vencer el pesimismo que conlleva estar tanto tiempo en el hospital es necesario el cariño de los seres queridos y también el cariño con el que te traten los profesionales que te atienden.  Te encuentras sola, con tu hija enferma, ante un tratamiento que te da la sensación después de tantos ingresos, que no funciona o que te cuesta entender. Tienen que ganarse tu confianza, para que ese desconocimiento tan enorme que tenemos de todo o casi todo, no nos haga recelar de su trabajo y puedan dar una mejor atención a los niños ingresados.
En ese sentido, creo que tenemos suerte de ser atendidos en un gran hospital, no sólo a nivel médico, sino también humano.  Recuerdo en un ingreso, el doctor que se ha encargado de mi hija, nos dijo que lo más importante para ellos es que los niños no sufran.  Con el tiempo he sabido a qué se refería exactamente.  Desde luego no te pueden evitar padecer complicaciones, pero las minimizan mucho.
Y eso es lo que realmente hace que la estancia sea tan agradable para los niños, y tranquilizadora para los padres.  De hecho muchas veces me da la sensación que mi hija después de tener una corta estancia en casa, cuando volvemos al hospital se siente feliz de ver a todos los que la cuidan.  Esa reacción me parece que la he visto no sólo en mi hija sino también en otros niños que a lo mejor vienen a una revisión periódica y no se marchan sin subir a la planta a visitar al personal que les atendió.  Ver la alegría que sienten las enfermeras cuando vuelven a ver a "sus niños" y como se los comen a besos, es todo un espectáculo.  Y para una madre es muy tranquilizador pensar que su hijo o hija va a tener un recuerdo tan bueno y entrañable de los meses de hospitalización.
Tienes que pasar tantísimo tiempo conviviendo con otras familias, que terminas por crear vínculos afectivos muy fuertes.  Compartimos nuestros miedos, nos apoyamos unos a otros y sufrimos juntos los "sustos" que vienen.  Nos reímos todo lo que podemos y hasta hemos llegado a cotillear, si se daba el caso.  En fin, nos hemos prometido hacernos visitas y mantenernos en contacto telefónico que espero dure mucho tiempo.
Siempre tengo ganas de volver a casa, retomar nuestras obligaciones domésticas, las relaciones con la familia y amigos, los estudios de los niños, aunque a veces me produce angustia porque tengo la sensación de que las cosas se van a amontonar.  Pero nada de eso, siempre con el poyo de mi esposo todo vuelve a estar siempre bajo control.  Me apuntaré al gimnasio para recuperar el tono muscular, perdido por la falta de movimiento.  Y sin olvidar el apoyo psicológico que tanto me ayuda en el hospital, para controlar la ansiedad.  Es curioso, yo soy una persona muy optimista y positiva, que siempre tengo una sonrisa en la boca y suelo encajar bastante bien los contratiempos, nunca hubiera pensado que podría caer en una patología como ésta, que me obligó a tomar medicación para controlarla y que después de tantos meses aún continúa conmigo.  Sé que con el tiempo, mi mente asumirá lo vivido y podré controlar el llanto.
Actualmente María José, que así se llama mi hija sigue enfermita, pero siempre tiene una sonrisa para dar y a pesar de todo siempre transmite amor y tranquilidad con esa sonrisa, siempre tiene ganas de irse de compras, de ir al cole, de pasear, de jugar, a ella no la vence ni el sueño, porque ella decide cuando dejar de jugar o de ver la tele, así que por lo general ella vence al sueño y así cada día que pasa vence ella la batalla a las complicaciones que se le presentan.  Una amiga enfermera me dijo anoche que ella cree que hay un Cielo de niños y yo así también lo creo, creo en la energía positiva del universo y también creo que mi hija es un Ángel que ha venido a nuestras vidas para enseñarnos a vivir con amor verdadero, el amor desinteresado el que se da sin esperar recompensa.

Jany Báez
Hospital Infantil La Paz
Madrid, 15 de agosto 2010

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